El Yin y el Yang simbolizan la dualidad de todo lo existente en el universo, el contraste entre las fuerzas complementarias y opuestas existentes en todas las cosas.
El Yin se considera lo femenino, la tierra, la oscuridad, la pasividad y la absorción, mientras que el Yang es lo masculino, el cielo, la luz, la actividad, la penetración.
Para esta filosofía oriental, el Yin y el Yang son interdependientes (no puede haber uno sin el otro: no puede haber día sin noche), dentro de uno está presente el otro, forman un equilibrio en el que se consumen y generan mutuamente, y pueden transformarse en sus opuestos.
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