Aunque popularmente se le conoce como 'hielo seco', en realidad se trata de dióxido de carbono (CO2) en estado sólido.
Y es que cuando este gas se enfría y se comprime pasa a estado sólido sin pasar por una fase líquida, convirtiéndose en un material de aspecto muy parecido al hielo.
Habitualmente se fabrica en forma de barras, placas y gránulos, pues es muy útil como refrigerante y se emplea en campos como la informática, el cine o la alimentación.
Su punto de sublimación (en el que pasa de estado sólido a gaseoso) es de -78ºC, por lo que su conservación es realmente complicada.
Estas bajas temperaturas lo convierten en un material muy peligroso, ya que puede producir quemaduras por congelación.
Además debe usarse en lugares bien ventilados, porque es más denso que el aire y puede acumularse en la parte baja de la habitación y sustituir el óxigeno necesario para respirar
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