Se trata de una variante que únicamente se cultiva en China.
Un equipo de investigadores de la universidad inglesa de Kingston ha descubierto que el té blanco contiene antioxidantes que ayudan a proteger la elastina y el colágeno, dos proteínas naturales de la piel y otros tejidos que impiden que éstos se degeneren.
Así, no sólo ayuda a mantener la piel tersa y sin arrugas, sino que puede ser útil para prevenir la artritis reumatoide, algunas patologías cardiacas o incluso ciertos tipos de cáncer.