En los últimos años la medicina ha avanzado de forma insospechada en materias de trasplantes, pues actualmente ya se han hecho injertos de cara (2005), brazos (2008) y piernas (2011). 

Sin embargo, el trasplante de cerebro sigue siendo un asunto más propio de la ciencia ficción que de la pura realidad. Y es que en este caso estamos hablando de un órgano clave para la vida en el que reside la personalidad de cada uno, lo que además de su complejidad médica conllevaría multitud de aspectos éticos a tener en cuenta.

De hecho, el planteamiento correcto de todo ello sería realmente un 'trasplante de cuerpo', pues realmente la identidad de la persona reside en su cerebro, no en el cuerpo que le rodea.

Y para llegar a conseguirlo habría que superar antes varios impedimentos médicos existentes en la actualidad.

El primero es que, hasta el momento, la cirugía no ha logrado aún separar con éxito el cerebro de la médula espinal y del resto de conexiones sensoriales como la vista o el oído. Forzosamente hacerlo causa la muerte del paciente.

Y por otro, no se puede olvidar que una de las reglas de oro para realizar un trasplante importante es que haya muerte cerebral. Y si la hay, por tanto, no se puede cambiar este órgano de cuerpo.

Pero si, a pesar de todo, no tuviéramos en cuenta este detalle, cabe decir que en 1970 el doctor Rober J.White logró en Cleveland el primer transplante de cabeza de un mono a otro, consiguiendo que el animal tuviera consciencia y viviera durante dos días. La clave de ello fue que el mono no podía moverse, pues su cabeza no estaba realmente unida al cuerpo.

Por lo tanto, el experimento no fue completo, pero sirvió para demostrar que, quizás en el futuro, esta técnica sea totalmente posible.

Pregunta formulada por: Verónica Belmonte Abril (Santander)