Un día normal de una persona moderna está lleno de varios factores que son perjudiciales para la salud. Un estilo de vida sedentario, comer comida rápida, la tensión nerviosa prolongada puede conducir a la acumulación de kilos de más y al desarrollo de muchas enfermedades.

La obesidad sarcopénica, se convierte en un diagnóstico frecuente con este estilo de vida. Anteriormente, la enfermedad afectaba solo a los ancianos, pero ahora es cada vez más común en los jóvenes.

¿En qué se diferencia la obesidad sarcopénica de la obesidad normal?

La obesidad se caracteriza por un aumento en el tejido adiposo en el organismo, en el caso de la obesidad sarcopénica, no solo se acumula grasa, sino que también disminuye el tejido muscular. Es decir, la fuerza y ​​la resistencia se reducen aún más, ya que se combina una baja masa muscular esquelética con un alto porcentaje de grasa.

Este fenómeno es típico de las personas mayores con cambios hormonales y enfermedades crónicas. Con la edad, el volumen del tejido muscular disminuye y, al mismo tiempo, los procesos metabólicos también se ralentizan. A la edad de 65 años, perdemos alrededor del 30-40% de los músculos, mientras que el tejido adiposo tiende a acumularse y alcanzar el volumen máximo a esta edad. En la vejez, la capa de grasa subcutánea disminuye y aumenta el contenido de grasa visceral (interna).

Pero es interesante que cada vez más, la obesidad sarcopénica se diagnostica entre los jóvenes. Las razones radican en un estilo de vida sedentario, trastornos hormonales, nutrición desequilibrada (incluidas las dietas estrictas). Visualmente, una persona no necesariamente se ve gorda, pero puede ser obesa.

¿Es peligroso este tipo de obesidad?

Básicamente sobre salen los siguientes puntos:

Existe el riesgo de desarrollar síndrome metabólico, en el que falla el metabolismo de carbohidratos, proteínas y lípidos.

Los indicadores de fuerza disminuyen.

Aumenta la probabilidad de lesiones y muerte.

¿Cómo identificar la enfermedad y evitarla?

La obesidad sarcopénica se puede diagnosticar examinando la masa muscular y la fuerza muscular, así como mediante ecografías y pruebas de laboratorio. En primer lugar, debe verificar el nivel de azúcar y grasas en la sangre, las hormonas sexuales y las hormonas tiroideas.

Para evitar este problema, debe normalizar la dieta, enriquecerla con alimentos ricos en proteínas, carbohidratos y fibra adecuadas. La actividad física moderada pero constante ayuda a regular el equilibrio entre la energía consumida y gastada. Los exámenes y análisis preventivos anuales pueden detectar cambios en una etapa temprana y prevenir consecuencias graves.