Un equipo científicos de Newcastle (Inglaterra) ha descubierto que el sonido de una tiza chirriando sobre una pizarra se hace molesto por una interacción que se produce en el cerebro del que lo escucha.
Y es que la amígdala es una estructura que procesa las emociones, de forma que cuando este ruido llega al oído lo aumenta y hace que sea procesado de forma amplificada en la corteza cerebral. Por ello, se percibe de forma más intensa que un sonido agradable, provocando el consiguiente malestar.
Además, según este estudio, los sonidos más desagradables para el ser humano son, por orden, los siguientes: cuchillo rozando una botella, tenedor arañando un cristal, tiza en la pizarra, regla frotada contra una botella y unas uñas de manos arañando una pizarra. Mientras tanto, otros ruidos como el de un aplauso o la risa de un bebé fueron considerados menos molestos.
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