Cada minuto, miles e incluso millones de células mueren en nuestro organismo. Por ejemplo, las células del tejido mucoso que recubren el tracto digestivo se desgastan y mueren rápidamente; los glóbulos blancos encuentran su muerte en la lucha contra los patógenos e incluso en nuestra piel mueren células epiteliales diariamente.

Pero, ¿Sabías que el cuerpo es capaz de deshacerse de las células que se vuelven incapaces de realizar sus funciones? De no ser así, déjanos informarte que este proceso es denominado apoptosis, lo que es básicamente la autoliquidación celular.

La muerte regular y genéticamente programada de células individuales es necesaria para el funcionamiento normal del cuerpo. Todas las células de las criaturas multicelulares tienen un sistema de apoptosis, al igual que los samuráis llevan una espada con ellos toda su vida.

Sin embargo, este proceso natural tiene una desventaja: si por alguna razón el delicado mecanismo de la apoptosis falla, las consecuencias para el organismo pueden ser las más catastróficas. Esto se puede observar en algunas enfermedades autoinmunes, como la anemia.

Es por ello que las interrupciones en el desencadenamiento de la apoptosis conducen a la aparición de una serie de enfermedades graves, incluidas las autoinmunes y oncológicas. Por ejemplo, las células cancerosas, al bloquear el sistema de apoptosis, adquieren la inmortalidad.

Por lo tanto, el estudio de los mecanismos de autoliquidación celular es el área más importante de la investigación biomédica moderna: descubrir los secretos de la apoptosis ayudará en el desarrollo de nuevos fármacos para combatir las enfermedades más graves e intratables de nuestro tiempo.

¿Vivir o no vivir?

Cabe señalar que cualquier célula del cuerpo está constantemente expuesta a numerosas influencias dañinas; como radiación de varios tipos, diversos agentes químicos, falta de nutrientes, entre otras. Afortunadamente para nosotros, se necesita un efecto relativamente fuerte para iniciar completamente la muerte celular.