La respuesta es sí. Los pintores poseían grandes talleres con ayudantes que se ocupaban de preparar los lienzos y de preparar los colores y pinturas.

Tras ello, el pintor realizaba las figuras principales y los detalles, para después sus empleados completar aspectos como los fondos, paisajes, cielos, marcos...

Siempre bajo la supervisión de un jefe de taller designado por el pintor.

Solo así se explica que algunos famosos pintores realizaran murales de tamaños increíbles o que su productividad fuera muy elevada.